Las ventajas del flexitarianismo están íntimamente ligadas a las de la dieta vegetariana que constituye la base de este tipo de alimentación. Por supuesto, algunos beneficios se ven potenciados cuanto menor sea el consumo de productos de origen animal, tanto carnes como pescados, huevos o lácteos, mientras que otros están ligados, aunque pueda parecer contradictorio, a la ingesta de algunos nutrientes que aportan estos alimentos.
Es, por lo tanto, una dieta balanceada, baja en grasas saturadas y colesterol, alta en nutrientes y fibra, cardiprotectora, y que puede prevenir determinados tipos de cáncer, como el de colon, todo esto debido a que los productos de origen vegetal constituyen la base de esta dieta.
Pero además se ve beneficiada por los aportes puntuales de ácidos grasos Omega 3 procedentes del pescado, proteínas de alta calidad y vitamina B12 que aportan las carnes. Por supuesto, siempre que se mantenga el consumo de estos alimentos de manera ocasional. Si son una parte importante y frecuente dentro de la dieta, los beneficios serían menores y los perjuicios mayores, ya que incorporaríamos más cantidad de toxinas. Además, ya no estaríamos hablando de una alimentación propiamente flexitariana.
Como en cualquier modelo de alimentación, los alimentos ecológicos, más ricos en vitaminas y nutrientes, serán más beneficiosos para nuestro organismo. Asimismo, deberíamos procurar aún con más razón que todos los productos de procedencia animal, tanto carnes como pescados, lácteos o huevos que se incluyan en nuestra dieta sean de origen biológico, tanto por razones nutricionales como por el trato más digno que con los animales que se destinan a alimentación humana.
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